jueves, 4 de septiembre de 2008

Las manos



Hacia ya algún tiempo de aquel encuentro entre Rodrigo y Kotan. Aun recordaba esos tiempos en que él y su hermana paseaban y salían a todos lados juntos, ahora que lo meditaba no era el cariño filial lo que provocaba su compañía, mas bien era esa insana obsesión de Alicia por permanecer siempre al amparo de alguien. A lo mejor ella tenía razón, de hecho sí lo tenía, lo comprobó.

La tarde era lluviosa y a través de la ventana Rodrigo miraba la casa del vecino, el día en que éste llego había estado sentado en el pórtico junto con Alicia y Kata, se habían deslumbrado por el carro que conducía y por la inmensidad de cosas extrañas que trajo el nuevo vecino. Tenía muchos gatos, los trajo consigo, cada uno en su jaula para trasladarlos, eran cuatro y al principio Kata se había sentido asustada con sus nuevos vecinos pero ahora pasaba la mayor parte del tiempo con ellos por lo cual ahora Rodrigo se encontraba completamente solo en su habitación, solo con el murmullo del agua y de sus pensamientos.

Absorto se trasladó al momento aquel en que dijo “sí”, le hubiera gustado no ser tan inmaduro para no pensarlo, le hubiera gustado leer menos historietas de gente con superpoderes, le hubiera gustado saber distinguir entre un superpoder y eso que él tenía ahora. ¿Qué significaría realmente la semi-eternidad? ¿Será que Kotan lo había engañado y realmente lo que hizo fue contagiarle su suerte? En eso Keto entraba por la puertita de esas que tienen las casas ricas para que entren sus animales, Keto lucia bastante más flaco cuando estaba empapado, seguro que la lluvia lo había alcanzado lejos de casa, lejos de su amo el vecino raro.

¿Y si estaba mintiendo Kotan? ¿Entonces qué sucedería? Eso ya se lo había planteado antes y se le había ocurrido probar qué tan efectiva era esa semi-eternidad, ¿entonces se iba a medio morir? ¿Si te quedas como vegetal toda la semi-eternidad es medio vivir y medio morir? Ideas parecidas le hicieron desistir de tirarse del puente peatonal que estaba rumbo al colegio o explorar el callejón de Alicia. ¿Dónde estará Kata? Se preguntaba, hacía días que no la veía. Kiti llegó corriendo, entró por la portezuela del frente al igual que Keto, Kiti era gordito, de pelo corto, así que la lluvia no transformaba su semblante, aun así se veía algo asustado, seguramente detestaba el agua.

Entonces la lluvia arreció, los cristales se humedecieron un poco, Rodrigo se levantó por un trapo, le gustaba mirar llover. Alicia también disfrutaba esa actividad, Rodrigo lo recordaba así que procuraba hacerlo cada vez que podía, como si de alguna forma Alicia quedara satisfecha de ese día lluvioso. Kusan y Koco llegaron también, la primera era una gatita linda y tierna, muy casera y el segundo era un gato de lo peor, de esos que disfrutan hurgar en la basura y explorar casas de vecinos, de vez en cuando robaba calcetines de los tendederos, aun no sabemos por qué.

Se le ocurrió que sería buena idea visitar a Kotan pero eso significaría llevar una buena dotación de cacahuates y contar con el tiempo disponible para sus largas y angustiosas charlas y aunque uno pensaría que alguien semi-eterno tendría tiempo de sobra no era así para Rodrigo, por muy semi-eterno que fuera aun dependía de sus padres, a los 10 años todavía no tienes el control de tu tiempo, aunque mejor visto es posible que eso de controlar nuestro tiempo sea una falacia. Kata corría a media calle, un gato le seguía el paso. Rodrigo limpió de nuevo el vidrio y trató de investigar qué gato era, ningún otro vecino tenia mascotas de ese tipo, solo el y Oni, su extraño vecino. Al llegar frente a las casas, Kata dobló en dirección de la suya y el otro gato se dirigió a la portezuela del vecino. Rodrigo miró detenidamente, se trataba de Keto.

Un maullido se escuchó del otro lado de su puerta, Kata trataba de entrar, estaba empapada, Rodrigo le abrió, la secó un poco, tomó una chamarra y bajó las escaleras. Desde la puerta de su casa miraba la de su vecino. La lluvia estaba decreciendo. Cruzó la calle.

Tocó a la puerta, se escucharon maullidos. La lluvia había cesado, volvió a tocar. Esperó un rato. Era probable que Oni no estuviera en casa, pero su coche deportivo estaba estacionado. Escuchó unos pasos y la puerta se abrió. Oni estaba ahí de pie, empapado y con una toalla secándose el cabello.

-Hola Oni
-Hola Rodrigo, qué te trae por aquí, pasa, no vaya a empezar a llover de nuevo
-Este… bueno, gracias… estas mojado
-Si, es que salí a caminar y me atrapó la lluvia, acabo de llegar
-¿Ah, sí? …. Es que…. No te vi llegar…
-¿Me estabas espiando?
-NO… es solo que… eh...
-OK, OK, no hay cuidado, sabes algo, cuando era niño era gato
-¿Cuándo eras niño?
-Sí, ¿te sorprende?
-No, en verdad no creo que me puedas sorprender fácilmente
-¿Entonces no me crees?
-Sí… solo que…. ¿de niño?
-Sí, ya te lo he dicho
-…. Es que tus manos… este… tus manos….
-¿Qué tienen mis manos?
-Aun son de gato.

Se quedaron mirando un rato aquellas manos, Koco ofreció uno de sus calcetines a Rodrigo en señal de bienvenida.
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Notas del maldito copyrigth:
* Dibujos por cortesia de Oni Oscar.
* Gatos propiedad de: Oni (Keto, Kiti, Kusan y Koco) y Rodrigo (Kata)
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Otras manos aquí: ♥ ♥ OrizschnaJennyVictoria ♥ ♥ AlonsoItakaLuna mujer Mextli EfraNatitaAlejoAntonioAazher ♥ ♥

2 comentarios bien escritos:

Victoria Alonso dijo...

No había pasado por aquí. ¡y me gustó esto que leía!
Felicidades

Tu Gitana dijo...

Muchas gracias victoria!!!!