viernes, 5 de junio de 2009

Me gusta.













Desde las oscuridades remotas, los lugares extraños y la visión nublada, despertó. Encontrar el estupor que rodea al abrir los ojos, esa sensación por segundos de no saber nada, absolutamente nada. Despertar poco a poco, tomar conciencia de que se está vivo, que respiras. Abrió los ojos, sintió su cuerpo cubierto y tibio. Encontró las manos juntas bajo la cabeza, sintió la almohada y la luz de los principios del día. Enfocó la vista, trató.

La cama mullida, olor a sábanas limpias y almohadas sin usar. Se dio cuenta de que acababa de despertar, recordar lo soñado sería pedir demasiado, prefirió averiguar la realidad que la rodeaba.

Un peso encima de ella, un brazo.

Abrió los ojos, cuando logró discernir encontró un brazo. Un brazo grande, pesado, moreno, velludo. -Hay un brazo encima de mi- pensó.


No era su brazo, era de alguien más. Esos segundos de reconocimiento son eternos.

-Hay un brazo encima de mi.

¿De quién era?, ¿Cómo llegó ese brazo ahí?

Empezó a recordar, a pensar. Ese brazo tenía dueño, tenía un cuerpo, lo sintió, lo reconoció, recordó el nombre, la voz, la sonrisa; recordó la cama, la habitación, el beso de las buenas noches; recordó la pasión de la noche, las charlas previas y los intentos de pláticas explicativas: recordó haber llegado y estacionado su auto; recordó salir de su casa con una maleta pequeña, con mucho perfume; recordó el tiempo que tardó para escoger su ropa y quedar satisfecha, lanzar la mentira que la dejara salir de casa, llegar a casa del trabajo directa a preparar la maleta y meter en ella esa ropa que él había pedido que luciera.

Miró de nuevo el brazo. Era tan velludo, tan extraño y ajeno a ella.

¿Cómo había podido llegar hasta ese punto? No a despertar con un brazo encima, sino a dormir de manera tan profunda que olvidara dónde estaba y por un segundo desconociera ese brazo. ¿Cómo había llegado a dormir con tanta confianza con alguien como para sentirse en su propia casa, su propia cama, su propio mundo, su propio sueño, su propio cuerpo?

Volvió a mirar aquel brazo tosco y moreno.


-Me gusta -pensó.



-Buenos días.
-Buenos días.

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3 comentarios bien escritos:

Alecktorofobica dijo...

aaahh!! que nice...

Orizschna dijo...

Hubiera dicho lo mismo: "me gusta".
Buenas letras =)
Saludos!

Tu Gitana dijo...

Jenny: yeah!!!

Orizschna: garcias, saluditos!!!!