jueves, 17 de julio de 2008
- Te quiero regalar algo. - creo que así lo dijiste.
Estaba ahí, en la luz del día aun, tan llena, tan plena, tan clara. Estaba ahí para mí, para ti. Di la vuelta y me la topé de frente, de lleno, tan enorme, ni siquiera tuve que mirar hacia la izquierda como lo indicaste.
Estaba ahí y te imaginé mirándola, talvez en el balcón de tu cuarto y me pregunté qué harías ahí. Volví a mirar la luna y volví a preguntarme qué harías viéndola en tu balcón si pudieras estar mirándola conmigo.
Estaba ahí, casi hablaba, luego recorde por qué no estabas ahí, la luz del día no es para nosotros, pero si hasta la luna sale en el día, por qué nosotros no. Porque no quieres.
Estaba ahí para recordarme que asi somos nosotros, somos esa imagen, inalcanzable, intocable, etérea, sin tiempo ni sentido. Asi somos, lejanos y cercanos al mismo tiempo, como la luna que te hechiza, te enamora, te alumbra pero está lejos, bien lejos, solo para observar y recordar, solo podemos mirarla e imaginar historias.
No quiero ser luna, no quiero que seas luna, no me regales la luna, no me regales una ilusión, quiero algo palpable y se que nunca será, por eso la luna es melancolica, su imagen es bella y es difícil apartar la mirada, hace que sigas asi por horas, por dias, solo mirándola... asi eres tu, solo atemporal, solo imaginario, solo un espejismo que acabará cuando desvíe la mirada.
Quiero ver la luna, quiero que me regales la luna, quiero verla contigo en tu balcón, o contigo al dar la vuelta en el auto, me cuesta entender que esto no es presencial, que no debo tratar contigo mis asuntos importantes de vida porque no quieres estar en mi vida, y entonces me pregunto ¿qué haces regalándome la luna?
Etiquetitas: días tristes, meditando, pandita
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