domingo, 15 de junio de 2008

Cien años de soledad

Tengo un libro nuevo. Me entristece el hecho. Era viernes y estaba emocionada, había hecho algunos preparativos para la ocasion y cuando terminé lleve a mi mamá y a mi vecina al supermercado, entrando estaba la sección de libros y me detuve a mirar mientras mis pasajeras se entretenian con cosas como jabon, pasta de dientes y cosas asi, a mi mente vino aquella secuencia de correos donde me pedias una recomendación para leer mientras comentabas que no estabas muy allegado a los escritores latinos, prometí prestarte algo para reivindicarlos... y ahi estaba yo, vi algún libro de Carlos Fuentes pero no me pareció lo más prudente, lo he leido y no es precisamente el mejor preámbulo para engrandecer tu gusto, entonces estaba ahi, era el único, sin envoltura de celofán, un poco maltratado, pero tenía que ser ese, lo habían puesto ahí para que yo te lo llevara..... Era sábado, salí algo tarde de la casa y al llegar a la esquina recordé que lo había olvidado, regresé por él, en verdad me sentía feliz de llevarlo conmigo, imaginaba tu rostro cuando lo recibieras e imaginaba las pláticas que sostendríamos comentándolo... El pretexto era fácil, regalo del día del padre.

Era sábado, tu ausencia se hacia latente, te mandé un mensaje para recordar nuestra no-cita, me respondiste y como quién no quiere me prometiste una hora de tu tiempo, cuando sonó el teléfono indicándome que estabas cerca tomé rápido mi bolsa y salí del salón... olvidé a Macondo en la mochila... en aquel momento se me olvidó mi encomienda, durante nuestro encuentro tampoco recordé ese mundo inventado que te quería regalar, solo fue al llegar al salon, revisar el sobre donde traía mi tarea que ví la bolsa de regalo abandonada junto al expediente de demanda y mis papeles originales para la titulación... y ahí estaba la bolsa, y un vacio me inundó y supe que si miraba la mochila encontraría ahi ese presente que te queria hacer, porque no solo era un regalo, era "el" regalo, era perfecto, era un libro, como en aquella vez que compartimos libros y peliculas, era un escritor latino, era una de mis lecturas favoritas, era un "mundo inventado", era el reconocimiento de mi alegria por felicitarte por ser papá, era volver a agradecer ese instante que me regalaste recién nacida tu hija, era decirte en cierta manera que me sentía orgullosa de ti por ser papa, era decirte cuanto te quiero, era una disculpa por no haberte felicitado el año pasado, aunque yo recordara que si lo hice pero que tu insistieras en que solo habias recibido una felicitación y no era la mía, era decirte gracias por lo vivido, eran decirte tantas cosas que no quisiera escribir, era tanto....

Era una hora, solo una hora, despues de no verte toda la semana me ofrecias una hora, contados todos sus minutos y creí que al menos sería mi hora. No fue asi, preferiste llamarla. ¿No pudiste esperar a que se acabara mi hora?... me salí de la clase solo para verte hablar con ella... esta vida no es justa...

... y ahi estaba y, de pie, mirando el interior del sobre, imaginando al libro en el fondo de mi mochila, y junto con el muchas esperanzas olvidadas, junto a él un pedacito de mi...

Ahora tengo un libro más, no se si quieras volverme a ver, no se si algun dia te lo podré dar, ese libro es tuyo, imaginaré que lo tomé prestado, imaginaré que lo olvidaste junto conmigo.... y hoy, dia del padre, en vez de esas palabras que me tardé en redactar para tí solo me atreví a escribir una simple frase trillada como tarjeta postal, breve pero sincera porque no sabía qué más escribirte, no se cómo tratarte, no se nada, no se si esto terminó, no se si es que alguna vez empezó pero al respecto no diré nada porque este lugar lo has hecho tuyo y no quiero escribir más, no, tampoco quiero llamadas telefónicas, si alguna vez continuo con mis palabras espero que sea de frente, si te tengo que decir adios prefiero hacerlo mirando tus ojos y guardando su recuerdo bien dentro.

Por cierto, en el libro iba una nota:

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