Estoy triste, sigo triste, y estoy casada de estarlo, pero mis intentos han sido en vano, te extraño, te necesito. En un tiempo, al principio de toda esta triste historia pensé que estabas necesitado de afecto, de comprensión, de muchas cosas, pensé que necesitabas que alguien creyera en tí. Yo creí en ti, de verdad lo hice. Ahora me doy cuenta de que yo no era lo que necesitabas, no pude serlo, en cambio me he dado cuenta que la que estaba necesitada de afecto y compañía era yo. Estaba sola, y estaba cansada de estarlo, así que te dejé entrar, poco a poco, sin darme cuenta, no lo presentí, no pude poner mi escudo contra encantamiento.
Me diste un poco de cariño, lo que te sobraba de tiempo, tus ratos de ocio, tus historias tristes, tus historias felices, tus historias familiares, me dejaste conocer de tu vida mas no de ti, fui tu confesor, tu desahogo sobre todo de las cuestiones que no podias discutir con tu novia, fuí tu cómplice, tu otra vida, la oculta, la que escondias y escondes sobre todo, la que niegas e intentas enterrar. Sin embargo no sabes mucho de mí, no sabes nada, no sabes de mi infancia, ni el nombre de mis padres, el número de mascotas, las historias antes de la tuya, mi talla de pantalón, mi perfume favorito, el nombre del libro que leo y reeleo, no sabes distinguir cuando miento, cuando hablo de verdad o cuando solo bromeo, no sabes leer mis ojos, ni percibir cuando estoy triste, no sabes nada y ya no sabrás. No sabes no por que no te la haya querido contar, sino que nunca me quisiste escuchar, siempre fuiste tú el protagonista, siempre tú.
Estoy triste, porque aun sabiendo todo lo que sé de ti, aun asi me dueles en el alma, me preocupa tu bienestar y me mata tu silencio.