La eterna llama de la juventud.
Cuento corto.
“Esta llama será eterna hasta que alguien le robe la juventud”
Decía la leyenda. Muchos gastaron su vida en buscarla, todo resplandor fue interrogado, las luces fueron asediadas, cualquier brillo podía ser una eterna llama. Después de agotados todos los recursos, los estudiosos del tema empezaron a imaginar posibles alternativas de interpretación: Si la llama era eterna quizás se hubiese transformado con el tiempo, evolucionado. Así que la búsqueda se acrecentó, pronto todo foco, lámpara y reflector fueron objeto de estudio, incluso el brillo de las pantallas de televisores y computadoras, ni siquiera los rayos láser que salen de algunos centros nocturnos se salvaron del escrutinio. La premisa fue simple, cualquier luz, natural o artificial, puede ser la llama eterna. Pronto los cocuyos se extinguieron.
Alicia y Rodrigo estaban de visita en el zoológico, sus padres los habían llevado por ser periodo vacacional. De jaula en jaula avanzaban, Alicia prefería no acercarse tanto, era algo temerosa, le gustaba cuidarse en demasía. Rodrigo era un niño inquieto, menor que su hermana pero mucho más inteligente y despreocupado que ella. Llegaron a la jaula de las llamas. Alicia no quiso mirar, en cambio fue a buscar una sombra para cubrirse del maligno y cancerígeno sol. Rodrigo se acercó a la jaula recordando una bolsa de cacahuates a medio terminar que guardaba en su bolsillo izquierdo, la sacó y sin muchas esperanzas depositó los cacahuates en la palma de su mano, los ofreció.
Una llama se acercó hasta la palma extendida de Rodrigo. —No me gustan los japoneses, ¿tendrás de los tostados sin aceite?, estoy a dieta —dijo la llama. Rodrigo miraba perplejo al animal. —No, no tengo, pero si quieres voy a comprarte unos —le contestó cuando logró reaccionar. La gente miraba raro a Rodrigo, como eran vacaciones el lugar se encontraba lleno, aun así resultaba imposible ignorar a un niño parado al borde de la jaula, con la palma extendida llena de cacahuates, con la mirada fija y hablándole disparates a una llama.
— ¡Qué jovencito tan amable eres, Rodrigo!
— ¿Cómo sabes mi nombre?
—Oí a tu hermana decirlo cuando se quejaba del sol.
— ¿Por qué puedes hablar?
—Todas las llamas podemos hablar, solo que la mayoría somos algo lentas, necesitamos media eternidad para aprender.
— ¡ah, vaya! (… no pudo evitar desviar la mirada hacia el gran farol que había en una esquina de la jaula y sentir pena, propia y ajena.), ¿y cómo te llamas?
—Me llamo Kotan. Sabes, me caes bien, te propongo un trato, si me traes una bolsa de cacahuates tostados, de la grande, me despojaré de un poco de mi eternidad y te daré juventud semi-eterna
— ¿Cómo es la juventud semi-eterna?
—Pues verás, parecida a la eterna solo que considerando tu edad actual y los años-llama convertidos en años-hombre calculo que duraría más o menos media eternidad.
—OK. me parece justo, media eternidad suena a bastante tiempo, en media eternidad hasta una llama aprende a hablar.
Rodrigo fue por los cacahuates tostados sin aceite de bolsa grande y Kotan le regaló la juventud semi-eterna. Se despidieron y quedaron en verse de nuevo para platicar y comer más cacahuates. Rodrigo fue a buscar a su hermana Alicia que aun se encontraba sentada a la sombra, huyendo del sol y mirando a lo lejos el estanque de los hipopótamos, revisando de vez en cuando si lograba ver algún tutú rosa talla hipopótamo. —¿Te gustaría ser joven semi-eternamente, Alicia? —Le preguntó. La niña meditó durante tres segundos, hizo una mueca —No, qué aburrido. —Contestó ella. Rodrigo agachó la cabeza y suspiró.
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7 comentarios bien escritos:
Bonito cuento.
Me imaginé a Rodrigo y a la llama platicando, y luego ¡comiendo cacahuates! Supongo que se verían monísimos.
Saludos
Me gusto mucho, buen relato.
Y yo perdiendo el tiempo platicando con los changos :S
Saludos!!
Victoria: gracias!!! tambien me los imagino... la proxima vez que vaya a un zoológico los buscaré en vivo.
Alonso: Ya vez, era cuestion de atinarle, quien iba a decir que la llama era la buena siendo los changos tan monos. jaja. saludos amiguito!
Yo quiero una llama de mascota, aun pienso que nombre deberé ponerle...
anónimo: tú lo que necesitas es una llama anónima, no crees?
Aaaa que linda historia!!
Jenny: Gracias!!! saluditos!
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